martes, 31 de enero de 2012
MOCIÓN DE CONDENA EN PARLAMENTO URUGUAYO A LA DICTADURA CASTRISTA
NOTA EDITORIAL DEL MATUTINO "EL PAÍS" DE MONTEVIDEO, EL DE MAYOR TIRAJE EN LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
Muerte de otro disidente cubano
En los próximos días, legisladores del Partido Nacional presentarán en el Parlamento una moción de condena al gobierno cubano por la muerte, tras una huelga de hambre de 50 días, de Wilmar Villar Mendoza. Se trata de una oportuna iniciativa en defensa de los derechos humanos que permitirá apreciar hasta dónde llega la adhesión de ciertos integrantes del Frente Amplio a la dictadura de los hermanos Castro.
Villar, de 31 años, casado y con dos hijos, fue detenido en noviembre en la localidad de Contramaestre en un acto de protesta pacífico contra el gobierno. Una vez encarcelado, el joven opositor inició una huelga de hambre que finalizó con su muerte. Grupos de la resistencia cubana denunciaron en internet que lo dejaron morir sin atención médica y que el gobierno impidió que su viuda y otros familiares vieran su cadáver.
Temerosas de que la noticia cundiera las autoridades retrasaron la información oficial sobre el episodio. El entierro de Villar se hizo en ceremonia privada en tanto se reprimían ferozmente las marchas de protesta organizadas por las Damas de Blanco. Hubo golpizas y arrestos de quienes reaccionaron ante la muerte de Villar y salieron a manifestar, como pudo apreciarse en filmaciones clandestinas enviadas al exterior.
De este modo, la tiranía más antigua del planeta muestra su disposición a sofocar con crueldad cualquier atisbo de oposición. Crueldad que es marca de fábrica de la revolución cubana desde sus comienzos cuando sus líderes fusilaron a cientos de personas e implantaron un régimen de opresión que perdura hasta la fecha. Tan hermético es el régimen que los cubanos supieron de la muerte de Villar casi una semana después. Al divulgarse la noticia se negó que el fallecido fuera un disidente al tiempo que, arteramente, se sugirió que podía ser un delincuente común.
Es difícil que la muerte de Villar en huelga de hambre, similar a la que acabó años atrás con la vida de otro opositor, Orlando Zapata, provoque una reacción masiva entre los once millones de cubanos que penan por comer decentemente y sobrevivir con las cartillas de racionamiento que les da el Estado. La mayoría de sus habitantes han nacido y crecido en dictadura, y saben que todo gesto de protesta contra el gobierno será sancionado con prisión, pérdida de empleo y medidas de represalia contra los familiares de quienes osen levantar su voz.
Así como ayer vivieron de la caridad de la Unión Soviética los autócratas cubanos dependen hoy de la generosidad de Hugo Chávez que les regala petróleo y los auxilia en cada emergencia. En tanto, el país languidece, descreído de la posibilidad del cambio que periódicamente anuncia Raúl Castro, convertido por razones familiares en el mandamás de turno. En el cónclave del partido comunista de este fin de semana el gris hermano de Fidel criticó la corrupción que campa entre la burocracia estatal y anunció una medida que pinta la realidad de un régimen guiado por una gavilla de gobernantes octogenarios: nadie podrá permanecer más de diez años en un cargo público. Un anuncio tragicómico hecho por alguien que lleva más de medio siglo instalado en los puestos de mando.
Tan triste como el papel que cumplen en Cuba sus dirigentes es el rol de quienes, desde el exterior todavía argumentan a favor de la dictadura habanera. Es el caso de algunos izquierdistas vernáculos que en los últimos días intentaron restarle trascendencia al sacrificio de Villar. Uno de ellos, en una entrevista radial, se atrevió a sugerir que el episodio podía ser producto de la propaganda estadounidense y de la acción de los cubanos radicados en Miami.
Así trabajan los clásicos cretinos útiles para sostener las dictaduras que subsisten en el mundo.
Por eso, es digna del mayor apoyo la iniciativa nacionalista de promover una condena parlamentaria contra el gobierno cubano. Una condena que se sume a las muchas que reciben los hermanos Fidel y Raúl Castro por sus constantes acciones antidemocráticas que incluyen arrestos arbitrarios, procesos judiciales viciados, encarcelamientos inhumanos y acoso a familiares de los opositores. La izquierda uruguaya, que tanta gala hace de su empeño en preservar los derechos humanos, tiene aquí la oportunidad de demostrar la coherencia de sus principios repudiando la injusta muerte de Wilmar Villar.
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