lunes, 30 de enero de 2012
ENTREVISTA A YOANI EN DIARIO EL OBSERVADOR DE MONTEVIDEO
“Yo nunca estuve en prisión, pero sí he sufrido la represión al estilo de Raúl”
La activista cubana Yoani Sánchez, postulada al Premio Nobel de la Paz 2012, habló con El Observador
La hija del presidente Raúl Castro y ministra cubana, Mariela Castro Espín, intercambió en noviembre algunos tuits con Yoani Sánchez. En uno de ellos, Castro la llamó “parásito despreciable”. A Yoani no la acusan de “gusano del imperio”, puesto que se opone al embargo estadounidense, sino de “parásito” de España, donde ha ganado varios premios por su blog Generación Y, en el que publica crónicas desde La Habana. La información que difunde allí muchas veces es confirmada por el gobierno, a pesar de su disidencia. Por este trabajo, la semana pasada fue postulada al Premio Nobel de la Paz 2012. Yoani tiene 36 años, 18 intentos frustrados de salir de la isla y su cuenta en Twitter más de 200 mil seguidores. Mañana intentará reunirse con la presidenta Dilma Rousseff en La Habana, luego de que la cancillería brasileña le concediera el visado para viajar al país norteño. De todas maneras, lo más probable es que una vez más termine tuiteando dentro de un patrullero.
¿Cómo ha recibido la noticia de su postulación para el Premio Nobel de la Paz?
Estoy entre asombrada, feliz y preocupada por la situación de mi país. No hay ninguna noticia positiva que pueda equiparar el asunto aquí.
¿De qué forma puede repercutir la postulación en Cuba?
Estamos recién en un primer paso ahora. El partido (español) Unión Progreso y Democracia ha nominado a dos candidatos cubanos, a Oswaldo Paya (líder de la oposición política en Cuba) y a mí. En mi caso creo que tiene un valor simbólico. Esto saca a luz un fenómeno que se está dando en Cuba, de un activismo más joven y más de la palabra, con más atrevimiento, un movimiento bloguer, un movimiento de gente que usa Twitter como una herramienta de expresión. En este sentido creo que va a ayudar mucho al movimiento, como modo amplificador de un fenómeno que cada día está teniendo más impacto en la realidad cubana.
Durante la primavera árabe las redes sociales fueron un motor importante de las movilizaciones. ¿Cree que en Cuba puede suceder algo similar?
Podría suceder, pero todavía no es el momento. A principios de 2012 somos el país con menos conectividad a internet del hemisferio occidental y uno de los países con más baja tasa de teléfonos móviles per cápita en Latinoamérica. En África, las personas ya tenían integrada la telefonía celular, las redes sociales, Facebook y Twitter, a su accionar y su cotidianidad. Sin embargo, creo que estamos acelerando el paso y que el gobierno no podrá evitar por mucho tiempo más que los cubanos accedan masivamente a internet.
¿Que el gobierno permita el uso masivo de Twitter, aunque sea de la forma más rudimentaria, es un síntoma de apertura?
Sería un signo de apertura, pero no creo que lo hagan, porque ellos tienen terror al discurso de la información. Están dispuestos a reformas económicas, a que la gente compre y venda en la casa, quizá están dispuestos a hacer una pequeña reforma migratoria, pero si empieza a circular la información sería muy negativo para el gobierno, porque son 50 años de manipular, esconder y tergiversar hechos históricos concretos. Entonces podríamos asomarnos a la otra dimensión de lo que pasó.
¿En qué ha avanzado el gobierno cubano desde que Raúl Castro llegó a la Presidencia?
Sin lugar a dudas, el gobierno de Raúl Castro ha dado pasos en la dirección correcta hacia la flexibilización económica. Cuando tomó el poder de manera oficial, el 24 de febrero de 2008, tenía la posibilidad de tomar dos caminos: la apertura y la eliminación gradual de la camisa de fuerza que amarraba la iniciativa productiva cubana, o encaminar el país hacia un modelo con más estadismo, más control, más estandarización de la producción. Raúl tomó el camino de la reforma. Sin embargo, la reforma –que está en la dirección correcta– va a una lentitud desesperante. No tiene la velocidad que demanda la urgencia de la situación cubana.
Por otro lado, no ha avanzado prácticamente nada en los derechos ciudadanos. Ahora mismo hay mucha represión en el país, que es muy diferente a la que teníamos con Fidel Castro. Con Fidel a las personas se las condenaba a largas penas de 20 o 30 años, incluso podían ser fusiladas. Con Raúl la represión está más escondida, no deja rastros, pero está en la calle: se detiene un auto con matrícula privada, te meten a la fuerza en el auto, te golpean, te intimidan y después te sueltan. Hay una paramilitarización de la Policía. Han aumentado la vigilancia, las escuchas, las cámaras. Yo nunca estuve en prisión, por ejemplo, pero sí he sufrido la represión al estilo de Raúl.
Fidel dimitió por cuestiones de salud y Raúl ya tiene 80 años. ¿La sucesión generacional es el camino hacia una mayor apertura?
La peor de las pesadillas sería que el poder se siga heredando por vía sanguínea, a través del árbol genealógico de la familia Castro. El hijo de Raúl, Alejandro Castro Espín, es un hombre que ahora está detrás de la Policía política y del Ministerio del Interior en Cuba. Además ha ocurrido que todos los posibles sucesores y benjamines fueron satanizados.
¿Lo más probable es que el sucesor de Raúl sea su hijo?
Esa es una posibilidad con la que se especula. Pero sería la posibilidad más tenebrosa. Lo cierto es que no se vislumbra ninguna otra figura, porque Raúl se ha encargado de arrasar a todo el que lidiaba consigo. Las últimas personas defenestradas fueron Carlos Lage, el ex vicepresidente, y Felipe Pérez Roque, el ex canciller (destituidos en marzo de 2009). Eran los posibles benjamines que quedaban para sostener en sus manos las fuerzas del sistema.
¿A usted le interesaría ocupar cargos gubernamentales en algún momento?
Creo en la política con mayúscula, que no es la política que se hace desde el palacio de gobierno, sino la política que se hace desde la palabra, desde el argumento y desde el periodismo. Siento que este país está muy necesitado de información, de que le expliquen muchas cosas que estuvieron silenciadas y calladas durante décadas. Quiero fundar un periódico libre, que es la única manera de hacer política, política sin color partidista. A mí no me interesa estar sentada en una silla parlamentaria, sino en la redacción de un periódico para hacerles saber y recordándoles a los presidentes, a los parlamentarios y a los ministros que son nuestros servidores públicos.
Mañana la presidenta brasileña Dilma Rousseff visitará Cuba. Usted le envió una carta solicitándole una reunión y que interceda con el gobierno para permitirle que viaje al exterior. Luego de que la presidenta le concedió el visado, ¿qué expectativa le genera su visita?
Dilma es una persona escuchada en el Palacio de la Revolución Cubana. Por su historial personal, ella ha sufrido el autoritarismo y debe comprender lo difícil que la tiene un ciudadano cuando se le cortan todos los caminos para cambiar de manera electoral y pacífica lo que no le gusta. Pienso que puede cambiar el rumbo de la relación con Cuba, volcarla más hacia los ciudadanos.
En cuanto al visado, es una señal, pero ya tengo un pasaporte lleno de visas. El gobierno no me deja salir, porque sabe que voy a volver. Entonces no me hago muchas esperanzas. Más aun teniendo en cuenta que después de la muerte de Wilman Villar Mendoza (preso político fallecido en huelga de hambre en una cárcel cubana el 19 de enero), el discurso oficial se ha radicalizado.
¿Qué impacto tuvo la muerte de Wilman Villar en Cuba?
Poca. La gente está más preocupada por cuestiones cotidianas, como el transporte, que por este tipo de noticias. A su vez, la mayoría de la gente recibe la información de los medios oficiales, que lo presentaron como un preso común.
Volviendo a la visita de la presidenta brasileña. ¿Se reunirá mañana con Dilma?
No lo sé. En la carta le pedí encontrarnos, pero ella va a venir con una agenda muy apretada y no tengo confirmación de que nos reuniremos. Por otra parte, recuerdo la última vez que vino a La Habana la presidenta argentina, la señora (Cristina Fernández de) Kirchner, y en el momento en que salí de mi casa fui detenida. Si ocurre lo mismo utilizaré mi cuenta de Twitter que es por el momento el altavoz que me ha quedado.
Su activismo la ha convertido en una referente internacional de la disidencia cubana, pero ¿qué pasa a nivel interno? ¿La reconocen los cubanos por la calle como una activista?
Cada vez que salgo a la calle como mínimo dos o tres personas me hacen un gesto o se acercan o me saludan. Sin embargo, no se puede comparar el impacto internacional con el nacional. Y no porque los activistas, los blogueros, los opositores no sean interesantes de conocer, sino porque el monopolio informativo sobre la difusión de noticias es tan fuerte que es muy difícil que alguna de estas personas sea conocida por una amplia mayoría de cubanos. Mientras que tengamos que apelar a caminos alternativos y no podamos amplificar nuestra plataforma y nuestras ideas para ayudar al país en los medios de difusión, eso seguirá siendo una limitante.
¿Cómo la conocen entonces los cubanos dentro de la isla?
Porque los cubanos son especialistas en buscar todo lo que está prohibido. Como los cubanos se las ingenian para encontrar leche en el mercado negro –aunque en el mercado oficial la leche sea solo para niños menores de 7 años–, así se las ingenian con la información. Por ejemplo, hay mucha gente que tiene antena parabólica en La Habana, que son muy perseguidas. Pero a través de las antenas parabólicas, además de telenovelas brasileñas y shows al estilo Big Brother (Gran Hermano), también se ve información de lo que ocurre afuera y dentro del país. Mucha gente también busca las copias off line de mi blog. Hacemos un pequeño programa televisivo –televisivo entre comillas– de discusión ciudadana, que además de subirlo a internet, lo distribuimos en DVD, y eso tiene mucho impacto en la realidad porque la gente está deseosa de escuchar otra voz. No hay nada más atractivo que lo prohibido.
¡LIBERTAD PARA TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS CUBANOS!
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