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miércoles, 9 de marzo de 2011

EL FRACASO DEL COMUNISMO EN CUBA




Cuba: Una Dictadura a la que se le acabó su IdeologíaJorge Hernández Fonseca
9 de Marzo de 2011

El fracaso del castrismo en Cuba, y sus olvidadas intenciones de posibilitar al pueblo cubano una mejor calidad de vida, por estar basadas en premisas ideológicas falsas, cobran ahora un alto precio en los aspectos pobreza generalizada, desesperanza y cerrada represión política.

No es sólo que la política castrista haya sido un fracaso en lo que tienen que ver con la economía de la isla, sino porque el sustento ideológico que lo mantenía se considera superado en todos los círculos de la izquierda mundial que la apoyaron. Cuba se constituyó en un ejemplo de cómo un país cercano geográfica y políticamente a EUA abrazó la ideología comunista. Sólo que muy rápidamente esa solución se convirtió para Cuba en “el” problema.

En la época que los hermanos Castro impusieron la ideología comunista, existía en el mundo una óptica binaria para la solución de los problemas sociales: la solución desarrollista, basada en los incentivos a la economía capitalista para incrementar la producción de bienes y servicios y con ello propiciar un mayor crecimiento económico, en el supuesto que con mayor crecimiento habría una elevación general del nivel de vida; y la óptica igualitaria, con base en el supuesto de que la igualdad provocaría automáticamente la mejora social, objetivo de ambos enfoques.

La solución desarrollista tomó como base el sistema económico existente --sistema capitalista-- mientras que el esquema igualitario tomó prestado los flamantes postulados de una doctrina inédita en el ámbito socio-económico, el marxismo-leninismo, doctrina que concentró en su cuerpo doctrinal no sólo el igualitarismo social, como una receta estatizante para la economía, además de un método de toma y control del poder político en manos de un partido único.

Al inicio del proceso de cambios provocados por la revolución castrista en Cuba, había países desarrollados y países subdesarrollados que competían en el esquema binario de llevar a sus sociedades al anhelado bienestar. La Unión Soviética y Estados Unidos encabezaban la competencia entre los desarrollados y Cuba, China, Viet Nam, entre otros, corrían por los no desarrollados contra Corea del Sur, Singapur, Brasil, Chile, entre otros países desarrollistas.

La competición se definió entre los desarrollados hace más de 20 años. La unión Soviética explotó desde dentro, corroída por sus contradicciones ideológicas, asociadas a una economía ineficiente y altamente corrupta, mientras EUA, con sus problemas naturales, desfrutaba de una sociedad cada vez más satisfecha con los esfuerzos políticos (no dictatoriales) por distribuir la creciente riqueza generada en su sistema económico capitalista, el más eficiente entre los sistemas económicos conocidos (el capitalismo, aunque implica en consecuencias sociales, no es exactamente un sistema social; es un sistema económico para generar bienes y servicios).

Entre los países menos desarrollados, China y Viet Nan tuvieron que reorientar sus esfuerzos para adoptar el capitalismo en sus sistemas económicos, mientras Corea del Sur y Singapur se convertían en “tigres asiáticos” por su salto económico-social evidente. Brasil y Chile son hoy ejemplos de, no sólo crecimiento económico, sino también de distribución social y democracia.

En esta competencia, Cuba fue cayendo a un lejano sótano, a pesar de que el castrismo asumió el control de la isla en momentos que superaba al resto de los países latinoamericanos en la mayoría de los indicadores económicos y sociales. El castrismo la llevó al fondo del pozo, compitiendo actualmente con Haití por el último lugar entre los países de Nuestra América.

Todo lo anterior es conocido. No hay nada inédito en lo antes dicho. Sin embargo, ahora que las huestes de Raúl pretenden ‘haberse dado cuenta’ del atraso de su sistema social y quieren hacer “cambios” preservando el esquema que los llevó al fracaso, es necesario poner en claro los aspectos que permiten una adecuada comprensión del la esencia del problema cubano.

En los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, la ideología de que se sirvieron los castristas cubanos establecía un eje obrero como líder de la futura sociedad, que nacería de una contradicción básica (para el marxismo): era la llamada “lucha de clases”. Esta puede sintetizarse en una dinámica en la cual las diferentes clases sociales de todos los países del mundo --básicamente los obreros y los burgueses-- luchan en el campo político para hacerse con el poder, para desde allí --unos y otros-- establecer “una dictadura” contra el ‘perdedor’.

Esta historieta (demostradamente falsa) fue la que los castristas aplicaron a su triunfo en Cuba, a pesar de hasta Fidel Castro ha reconocido que él tuvo que engañar al pueblo cubano para poder implantar el comunismo en la isla, si no, no hubiera habido posibilidades reales de imponer (según escribe el propio dictador) una dictadura comunista de ese corte y calibre.

Pero además de ese engaño inicial (que niega la historia de un triunfo comunista en Cuba producto de una ‘lucha de clases’ en la isla), la historia de los 52 años posteriores al engaño fidelista de los años 60 ha demostrado que nada de lo que se predicó en el “librito” marxista-leninista fue como se previó. No fue la clase obrera la que tomó el poder en Cuba, fue un grupito de hijitos de papá terratenientes los que mandaron y todavía mandan. No hubo en el mundo latinoamericano lucha de obreros contra burgueses, sino lucha de los ejércitos locales contra guerrilleros procedentes de Cuba, donde fueron entrenados y financiados, es decir, un fraude total a la base ideológica con que sustentaron las mentiras iniciales marxistas-leninistas.

Fidel Castro envió hombres para hacer una lucha armada guerrillera (nada de lucha del proletariado) a República Dominicana, Panamá, Venezuela, Colombia, Argentina, Perú, Brasil, Chile, Uruguay, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y un largo etcétera, que incluyó países de Asia y África, en la mayoría de los cuales el progreso social nada tuvo que ver, ni con la imposición de la guerra castrista, ni con la lucha de clases del “librito” marxista leninista. Esos países encaminaron sus sistemas sociales sin ningún tipo de influencia de la inexpresiva lucha de clases, mejorando sus índices socio-económicos. Hoy Brasil, Chile, Colombia, Perú… son ejemplos de lo que podría haber sido Cuba si su revolución hubiera sido democrática, como prometió originalmente el propio Fidel Castro durante sus llamados desde la Sierra Maestra.

Raúl argumenta que los cambios que hace en la isla deben preservar la regla marxista-leninista de que la ‘clase obrera’ tomó el poder en Cuba a través de una lucha de clases, siguiendo el guión del librito. Argumenta adicionalmente que permitir “un retroceso” al capitalismo –siempre según el guión establecido 52 años atrás-- es imposible, según la rígida liturgia marxista.

Fue hartamente demostrado que el guión comunista no se confirmó en ninguno de los procesos sociales de la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI: las revueltas sociales de 1968 en Francia y EUA, entre otros países desarrollados y menos desarrollados no tuvo que ver nada con obreros ni lucha de clases y sí con estudiantes, negros, mujeres y jóvenes. La revolución en la Checoslovaquia de los años sesenta, fue contra la aplicación del marxismo-leninismo y no a su favor. La revolución democratizadora en Latinoamérica en los años 80 y 90 contra las dictaduras militares que el castrismo provocó en el subcontinente, nada tuvieron que ver con obreros. La revolución de todos los países de Europa del Este --y de la propia Unión Soviética que los subyugaba-- fue contra el marxismo-leninismo, negando lo que decía el librito. La revolución que hoy vemos en el Mundo Árabe y Musulmán, no tiene nada de obreros contra burgueses. ¿Cual es la necesidad para que Cuba continúe un guión fracasado y dictatorial?

Derrotada la nefasta ideología comunista en Cuba, solo falta ahora la materialización efectiva de otra ley, esa sí comprobada en la historia universal desde que el Mundo es Mundo: después de la oscuridad de la noche, por larga que esta haya sido, siempre sobreviene la luz que derrota las tinieblas y nos permite la libertad de ver el horizonte con nuestros propios ojos, bañándonos el alma con aquel torrente policromo que Dios nos dio como seres únicos, responsables y especiales, libres de la tutela de quien quiera que sea.


¡LIBERTAD PARA TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS CUBANOS!
RED URUGUAYA POR DEMOCRACIA PARA CUBA