ESCRIBE: Jaime Mario Trobo (Diputado del Partido Nacional)
El gobierno disminuyó vocacionalmente la capacidad de asistir a pacientes oftalmológicos en Salud Pública para justificar la operación política y propagandística de los gobiernos de Cuba y Venezuela y poner a Uruguay al servicio de la "Operación Milagro". Esta apuesta, conducida por Marina Arismendi y María Julia Muñoz, les rendirá frutos en la consideración política de los gobiernos autoritarios de aquellos dos países, en definitiva han contribuido a su buena prensa.
En el trasfondo hay miles de compatriotas (según las cifras oficiales) que resolvieron sus problemas de visión, sus angustiantes y "diminutorios" problemas de visión. Compartimos con ellos la alegría de haber podido acceder a una solución terapéutica a sus males, respecto de los cuales el Uruguay no puede ni debe carecer de las posibilidades de resolver.
Durante los 90, el gobierno del Partido Nacional mediante un crédito español, equipó de última generación el hospital Pasteur en el área oftalmológica como resultado de lo cual 50 pacientes por semana accedían a cirugías oculares. El hospital de Clínicas cuenta con un área especializada que ha decaído sistemática e injustificadamente. En estos momentos en el sector público solo es posible realizar estas intervenciones en el "Hospital de Ojos" del Saint Bois.
Cómo es posible que la decadencia en el Uruguay haya llegado al extremo de necesitar como única salida la donación (que no es tal) de equipos, y la actuación de profesionales foráneos, para hacer lo que no hace mucho se realizaba normalmente. No hay duda que la apuesta ha sido a justificar la operación propagandística, poniendo de escudo a los pacientes, que sienten agradecimiento por las intervenciones.
Un contingente importante de compatriotas ha sido operado en el exterior, debemos suponer que las autoridades sanitarias uruguayas han seguido a pie juntillas la evolución de las intervenciones, de los posoperatorios, etc., para asegurarles su salud. Otros han sido operados en nuestro país y mientras se denuncia el incumplimiento de normas sanitarias y de procedimiento elementales para garantizar el éxito de las intervenciones, no se sabe si los que intervinieron en las operaciones o quienes las realizaron cuentan con la especialización reclamada en nuestro país para garantizar a pacientes y usuarios. Esto es grave, porque más allá del sentimiento de gratitud de los pacientes y la alegría que debe provocarnos la solución de su grave problema, las autoridades sanitarias no pueden jugar alegremente con ellos.
Nada justifica la incapacidad en desarrollar y poner al día los servicios de nuestro país para la cirugía oftalmológica. Es una falta inaceptable de las autoridades sanitarias. Todo indica que esta actitud está precedida por el interés de incluir a Uruguay en el proyecto propagandístico cubano-venezolano. Realmente una vergüenza.
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